En mi cotidianidad observó los prejuicios de las personas frente a la alimentación que no es omnívora; escucho comentarios como, “los vegetarianos se alimentan de pasto, ensalada o paisaje”, “es una dieta insípida”, “es aburrida”, “sin carne las preparaciones no saben a nada” y un sinfín de creencias que en la realidad, sólo son eso, creencias. Lo mismo sucede con la percepción frente a la alimentación vegana, crudi-vegana y fruti-vegana.
Para contrarrestar estas posiciones, aquí te comparto que las frutas, verduras, algas, leguminosas, semillas, hongos son alimentos tan versátiles, que sus preparaciones son infinitas, pudiendo disfrutar de un incalculable número de sabores, colores, texturas, nutrientes, formas, olores que hacen de su naturaleza un festín alimenticio. A diferencia de la dieta omnívora, en la cual los alimentos provienen del animal sacrificado, consumiéndose su tejido muscular, óseo, cartilaginoso o tejidos blandos, como ojos, hígado, corazón y otros órganos.
Hace algún tiempo se han venido sumando a esta dieta el consumo de animales vivos o de alguno de sus órganos mientras el animal lo está, como el cerebro de los micos macacos en Indonesia, existiendo de esta forma un elevado maltrato animal. No solo la forma de producción de los animales de consumo como las gallinas, las vacas, los cerdos entre otros, son sobre-saturados de hormonas para acelerar su crecimiento y engorde. También, las formas de hacinamiento a las que son sometidos algunos, los cuales no cuentan con espacio para moverse con el propósito que el sedentarismo extremo haga que produzcan más grasas y carne. Otra forma de maltrato animal está en la manera de reproducirlos, sin permitir que sus organismos descansen y puedan restablecerse para una nueva cría. Por último, las macabras formas de sacrificio a las que son sometidos, en las cuales son acuchillados, electrocutados, ahogados y acorralados, generando en ellos sentimientos de miedo, rabia, indefensión y vulnerabilidad forjando en su interior emisión de químicos orgánicos que terminarán en el plato de las personas que consuman su carne.
Por esto, es necesario desde el aspecto físico, áurico (del aura), energético y del alma, disminuir el consumo de carnes animales, porque toda la carga emocional que tuvo el animal durante su vida y en el momento de su muerte serán integrados en tu organismo contaminándolo y dificultando que vibres desde el amor y la paz, al contribuir desde tus hábitos alimenticios al aumento del maltrato animal.
Estos hechos contribuyen a la violencia que vivimos en nuestro mundo, en donde el miedo y la intolerancia sobrepasan los límites del respeto y el amor fraterno, tanto por nuestra propia especie como por las demás.
La extralimitación del irrespeto se han extendido notablemente a las condiciones de explotación que atraviesa el planeta haciéndose urgente iniciar un concienzudo proceso de cambio interno frente a la alimentación, en el que cada uno de nosotros entienda cuáles pueden ser los pequeños aportes, que sumados, se traduzcan en cambios sustanciales que retornen la estabilidad a los diferentes reinos de la naturaleza y como todo se traduce en coherencia, no sería ético cuestionar dichas situaciones si no se está en condiciones de hacer aportes desde sus acciones cotidianas.